viernes, 5 de septiembre de 2008

La historia

Los habitantes de Vilcabamba viven más de ciento veinte años. Cuando pasan los cien todavía leen sin anteojos, conservan la dentadura completa y se jactan de sus aventuras amorosas. Los que tienen canas vuelven a recuperar el color del pelo, son parte activa de las fiestas y están lejos de querer jubilarse. Llegan saludables a una edad avanzada sin atender a los consejos médicos. Fuman, beben y consumen sustancias que creemos reservadas para las estrellas de rock. No se hacen chequeos médicos ni toman medidas de prevención. Tampoco se enferman. Así viven hasta el final de sus días y cuando les llega el momento se despiden sin preparativos. Salen a trabajar y no vuelven, se acuestan a dormir y ya no se levantan. Llevan una vida muy humilde pero la terminan como aristócratas.

Vilcabamba es un golpe bajo para los que miden las calorías, eligen lo natural como única opción y se obsesionan con la salud. Sin tanto cuidado y en condiciones precarias, los ancianos de Vilcabamba aventajan a cualquiera que se haya esforzado comiendo sano durante toda su vida.

El autor también es médico y a medida que se desarrolla la crónica describe la relación con su padre, un hombre mayor sostenido por los avances de la ciencia. También cruza la frontera que separa a los familiares del cuerpo médico describiendo lo que ocurre en ambos territorios.

La vejez de los padres genera sensaciones ambivalentes y en la actualidad es una etapa prolongada, más prolongada de lo que fue siempre y probablemente más injusta. La familia no sabe cómo enfrentar una situación ineludible que con el tiempo se vuelve confusa.

Estar bien, mantenerse saludable y retrasar el envejecimiento es algo que todos tenemos incorporado. Es el ideal de la época. Un ideal corto, marcado por el miedo a morir. Pero la vejez puede ser una enfermedad como cualquier otra, con mecanismos biológicos sobre los que es posible actuar. Quizá Vilcabamba sea una clave. Algo pasa en ese pueblo del Ecuador que si no la cura al menos la mejora. Mientras tanto hay quienes van tomando posiciones. Políticos, científicos, religiosos, millonarios, militares y artistas de fama internacional, compran tierras en el pueblo. Nadie quiere quedarse afuera.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy poco credulo en este tipo de cosas, pero por lo que lei del autor, me tarnsmite cierta seriedad, por lo que voy a darme la oportunidad de leerlo, luego les comento mi opinio al respecto. Saludos

Anónimo dijo...

Me parece una idea muy interesante. Si es verdad todo lo que cuenta el autor, ya estoy preparando las valijas...

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